Comienza un nuevo año y todos tenemos muchas ilusiones, esperanzas, alegria y buen rollo. A veces comenzamos de forma muy rápida queriendo hacerlo todo de golpe y sin darnos cuenta de la realidad.
El final de 2013 se saldó con el anuncio gubernamental de la pronta "salida del tunel" y el comienzo de la recuperación económica. Sin embargo hay que señalar que si bien es cierto que en términos macroeconómicos va bien la cosa; esa situación no tiene su reflejo en términos microeconómicos.
A mi juicio, y es una opinión personal, el capital disponible se encuentra actualmente concentrado en pocas empresas, como por ejemplo las compañías de electricidad y gas, o las de telecomunicaciones. Supongo que sus accionistas tanto los mayoritarios (Grandes empresas y fondos de inversión internacionales), como los minoritarios (pequeño accionista ahorrador) estarán muy contentos, y yo sinceramente me alegro por ellos, han logrado sus objetivos.
Sin embargo esta alegría de unos pocos contrasta con la tristeza de muchos trabajadores, proveedores y clientes de esas mismas empresas que dominan el mercado. En el dogma capitalista (de tipo especulativo) el lema es "obtener el máximo beneficio al mínimo coste".
Los principales costes de cualquier empresa son por lo general por este orden: Personal, energía, transporte e impuestos. Reducir estos costes implica que los trabajadores ven reducido su salario y el valor de sus futuras pensiones; reducir el coste energético y de transportes, implica reducir la infraestructura esencial de la producción, lo cual tiene su consecuencia en la calidad de los productos. Reducir la carga fiscal implica reducir la capacidad de un estado para invertir en bienestar social y en la salvaguarda de los derechos civiles.
Hasta hace algunas décadas España era un país productor y se vendían fuera los excedentes que generaba de forma natural. Pero de un tiempo a esta parte España ha dejado de producir, favoreciendo la deslocalización de las empresas y encaminando a la población activa disponible a una situación de desempleo y al regreso de la emigración. El sector servicios se tragó literalmente a los sectores agrarios e industriales productivos.
Cual ha sido el resultado: Se ha paralizado el consumo, hay menos dinero en los bolsilllos de las familias y las pequeñas empresas. Al no haber demanda, la producción se paralizó y el desempleo hizo su aparición. Las empresas minoristas no pudieron hacer frente a los mismos gastos y por tanto muchas de ellas cerraron. Esto significa que el estado dejó de ingresar dinero procedente de las contribuciones fiscales de las empresas y de las aportaciones a la Seguridad Social por parte de los trabajadores.
Esto es debido a que el dinero que era de las familias y pequeñas empresas, que estaba depositado y disponible en los bancos y cajas de ahorros antes de la crisis, fue usado de forma irregular por la dirección de la banca.
Normalmente la banca prestaba dinero o concedía créditos en función de sus beneficios, no del capital depositado en el banco, que no era suyo, sino del depositante (familias y empresas). Con la burbuja inmobiliaria, los bancos creyeron ver en la construcción un buen negocio que le reportaría cuantiosos beneficios. Por ello se dedicó a conceder préstamos y líneas de crédito sin límites a estas empresas constructoras. Creían que con la venta de viviendas, recuperarían la inversión y la aumentarían.
Cuando las empresas contsructoras pasaron a vender las casas, se encontraron con la desagradable noticia que no se vendían las casas, porque simplemente no había clientes interesados. No se había hecho un serio estudio de mercado. La sobreoferta inició una guerra de precios entre las inmobiliarias. Los bancos ayudaron a las empresas para recuperar la inversión, concediendo hipotecas también sin límites a los potenciales clientes. Al no venderse nada, la burbuja estalló y produjo la crisis que hemos o estamos padeciendo desde entonces. Los bancos se endeudaron para reponer los depositos utilizados de sus clientes; las empresas se endeudaron para hacer frente a los costes y los potenciales clientes quedaron hipotecados de por vida.
Todo esto se podía haber evitado si se hubieran observado los límites tanto legales, como económicos y sobre todo éticos.
Volviendo al principio. Salimos del tunel a niveles macroeconómicos, pero a un gran coste humano a niveles microeconómicos. Coste que no debía haberse producido si se hubieran hecho bien las cosas desde el principio, si se hubieran aplicado los valores y principios éticos.
Pero seamos positivos como propone el Gobierno. Llegamos al final del tunel y ¿Ahora qué? ¿Regresamos a un modelo económico basado en la especilación, en la cultura del pelotazo, en el neoliberalismo agresivo made in USA, dejamos que la corrupción siga campando a sus anchas, mantenemos las oligarquías y oligopolios financieros, creamos nuevas burbujas?¿A dónde vamos, cuál es la hoja de ruta?
Mi propuesta y la de muchos simples ciudadanos es regresar al modelo productivo y abandonar el concepto de especulación. Producir sólo lo que realmente nos hace falta para tener estabilidad, bienestar y felicidad; si se generan excedentes de forma natural proceder entonces a su venta. Las empresas deberían ajustar su oferta a la demanda real, ajustar sus gastos en función de los ingresos. Tratar de generar fondos propios y no acudir al crédito externo, salvo en casos muy extremos.
Los límites los ponen la ley y la ética. La responsabilidad social de una empresa no atañe solo al trato con trabajadores y proveedores, atañe a la sociedad en su conjunto. Los valores y principios éticos son fundamentales para asegurar la convivencia, el bienestar y la prosperidad de la sociedad en su conjunto. Las empresas forman parte de la sociedad y por tanto es deber ético de las empresas contribuir a estos valores sociales que acabo de mencionar. No solo económicamente (Impuestos, aportaciones Seguridad,etc) sino aportando productos buenos, útiles y de calidad a los ciudadanos. Hay que ser generosos con los ciudadanos.
A nivel politico hace falta también una completa regeneración de los principios que definen el "contrato social" y las relaciones entre gobernantes y gobernados. El sistema decimonónico parlamentario basado en la representación politica de los ciudadanos, que dió origen a los partidos políticos y a las ideologías contemporáneas, esta en opinión de muchos en fase de extinción. Si observamos la situación politica no institucionalizada, a nivel de calle para entendernos, podemos observar como han surgido en los últimos años nuevas formas de hacer politica.
Han surgido asociaciones y plataformas ciudadanas que sin una ideología homogénea o programa político alguno, se reunen espontáneamente a través de las redes sociales en asambleas y deciden directamente de forma conjunta y en red. No necesitan intermediarios, cada ciudadano individualmente considerado y conforme a sus propias convicciones personales, ejerce como orador público, su voz y su voto cuenta. En cierta forma es el regreso al "Agora" griega, a la plaza pública donde todos los ciudadanos libres y de forma voluntario contribuía en la medida de sus posibilidades, capacidades, experiencia o formación al sostenimiento de la ciudad-estado.La "Aldea Global" se encamina a formar la nueva "Ciudad-Estado".
Me gustaría que en el 2014 sea el año de los ciudadanos y de los grandes cambios que diseñen un nuevo orden global. "Que todos ganemos y que nadie pierda", este debería ser, sin duda, el lema para este año.
Feliz y próspero año nuevo a todos y todas.
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