sábado, 23 de abril de 2016

El bueno de Alonso Quijano




Para Cervantes seguramente escribir el Quijote fue una terapia para no volverse loco. Como el mismo afirma en el prólogo de su insigne obra, El Quijote fue engendrado “en una cárcel, donde toda la incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación”.

Sus exegetas y biógrafos más insignes afirman que Cervantes fue condenado a prisión en 1597 en la Cárcel Real de Sevilla, al parecer por estar involucrado en irregularidades en la recaudación de impuestos realizadas por él y en la quiebra del banco donde depositaba las cantidades recaudadas. 

El bueno de Alonso Quijano, noble hijosdalgo, venido a menos, más pobre que las ratas y de escasas rentas para vivir refleja a Cervantes ya anciano. Reflexiona desde la soledad de un calabozo acerca de la inocencia de la plebe y de la corrupción de los poderosos.  Frente a esta podredumbre e inmundicia del sistema de su época; Cervantes da pie a una posible redención y a un alegato sublime de la justicia verdadera; tanto en el personaje surrealista de El Quijote, como en el bueno  y realista de Sancho Panza.

Su retrato de España refleja una sociedad ahondada en la miseria, abandono, hambres, guerras, enfermedades físicas y mentales, secularismo creciente y pocas perspectivas de solución. La monarquía hispánica del “Siglo de Oro” era de corte imperial, de granes descubrimientos y de grandes territorios. Pero era un gigante con pies de barro. Las desigualdades sociales engrandecidas por el medieval sistema estamental, condenaba a la miseria a gran parte de la población. Solo una minoría privilegiada disfrutaba de un alto nivel de vida.

Cervantes como “Comisario de provisiones para la felicísima Armada Invencible” recorrió muchos pueblos de la Mancha y de Andalucía. Vio de primera mano  las dificultades que pasaban los pobres campesinos y pastores para cumplir con sus obligaciones fiscales; vio como los poderosos estaban exentos del pago de impuestos estatales.  Y no solo con estos impuestos; también se obligaba a la plebe a pagar diezmos y primicias a la Iglesia y cuantiosos  impuestos especiales para el sostenimiento de los feudos nobiliarios.

El Quijote representa la denuncia social hacia un sistema que él consideraba  injusto y corrupto.  Cervantes parece ser, según afirman sus exégetas, que tomó la idea de dos personajes que conoció en sus viajes. Un hidalgo venido a menos y un orondo jornalero manchego.

La ruta de Don Quijote era en realidad el Camino Real que atravesaba de norte a sur la península. Via principal desde donde surgían otros caminos secundarios que comunicaban a los andantes viajeros con los pueblos recónditos de La Mancha profunda.   

 La vida de las ventas o “postas” era la imagen clara de la realidad española. Allí seguramente Cervantes tomó las ideas que necesitaba para mostrar la cruda realidad del pueblo llano. Allí armó caballero a su hijastro Don Quijote a la vieja usanza. Vino, música y prostitutas amenizaban al viajero en estas ventas, las conversaciones eran auténticos periódicos de noticias de la Corte -  más o menos imaginativas o recreadas -  mostraban la mentalidad popular de la época. La realidad y la ficción se mezclaban como en la mente de Don quijote y del bueno de Sancho Panza.

Posiblemente las condiciones carcelarias de la época hicieron mella en el ánimo de Cervantes y en el Quijote se aprecia un cierto pesimismo latente. Aun hay esperanzas – Cervantes únicamente estuvo dos o tres meses en prisión – para cambiar el mundo. Alonso Quijano se convierte en el nuevo héroe popular que salvará por enésima vez a  España de si misma.

A medida que transcurre la acción Alonso se convierte en Quijote, se imagina un mundo ideal y lucha por implantarlo contra toda razón. Hace de su ilusión un dogma de fe y condena a aquellos que no lo respetan. El fanatismo nubla el entendimiento y enloquece a su ejecutor.  Finalmente el bueno de Alonso Quijano recupera las entendederas  y abandona toda esperanza de recuperación. Su aventura concluye con la muerte de la Andante Caballería, con la muerte de sus ilusiones, con la irracionalidad de su fanatismo. España no tiene remedio.

Sin embargo el proceso contrario se aprecia en Sancho Panza, su fiel escudero. Comienza siendo la conciencia del pueblo llano, que ve la realidad circundante, que sabe lo que cuesta vivir y sabe que ha de sufrir sin esperar mejora alguna.  A medida que va juntándose con Don Quijote, va ganando en ilusión por la promesa de una “ínsula”  como pago por sus servicios de fiel escudero.  Para un labriego pobre y sin esperanzas, la “Ínsula” es la solución a sus problemas cotidianos.

El retablo de El Quijote muestra la sensibilidad de Cervantes y su visión de la realidad española de su época. Es un libro - denuncia y una obra teatral novelada que muestra el drama y la tragedia del pueblo español desde una perspectiva cómica. Sin duda es una gran novela para leer en tiempos de crisis.  Muchos  de sus paisajes, muchos de sus personajes, son plenamente reconocibles en la actualidad.

Animo pues a la lectura de “El ingenioso hidalgo Don quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra.   Y como muy bien dijo Don Quijote:


“Con la iglesia hemos dado, Sancho

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