El pasado 12 de diciembre tuvimos la gran suerte de estar presentes en el acto de inauguración del Museo de Málaga con una nutrida representación de los colectivos culturales, políticos e institucionales de la ciudad y provincia.
Aunque la megafonía falló y el espíritu competitivo político se dejó asomar en las alocuciones y postureo ante los medios; La jornada fue festiva en todo su significado. Málaga recuperaba su museo, un museo ocultado a la ciudadanía.
Los malagueños queríamos nuestro museo y lo queríamos en la Aduana, no por capricho o por motivos ideológicos; sino porque el Palacio de la Real Aduana es en si mismo un monumento malagueño que merecía la pena visitarse.
Un monumento que daba cuenta de la actividad marítima y del trafico mercantil de nuestro Puerto de Málaga durante siglos. Pero también de la actividad política y policial durante el siglo XX. Algún asistente recordaba sus avatares de represión política durante el franquismo. Los más jóvenes de la renovación del dni en los bajos del palacio. Sin duda el palacio es un monumento visto y vivido por multitud de malagueños a lo largo de su historia por diversos motivos.
Museo y monumento conforman hoy un monumento integrador y complementario que merece la pena visitarse con tranquilidad y detenimiento. Hay que disfrutar del paseo por sus salas, admirar las obras maestras y sentir el arte en estado puro.
Quiero recomendar inicialmente comenzar por la "colección Loringiana" que forma el grueso de la colección arqueológica del museo (a falta de nuestra Lex Flavia Malacitana, exiliada en el arqueológico nacional) y por el magnífico mosaico de Cártama. En la parte de Bellas Artes recomiendo su obra maestra "y tenía corazón" que es la forma como los malagueños hemos denominado el cuadro de Simonet desde siempre. Es un cuadro icónico del museo y representativo del arte que se hacía en Málaga en el siglo XIX .
¡ DISFRUTAD EL MUSEO E IR SIEMPRE QUE PODÁIS !
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