viernes, 10 de febrero de 2017

Caminando hacia la Sociedad del Conocimiento




Si en la actualidad se le preguntara a un adolescente como sería el mundo sin Internet o sin la telefonía móvil seguramente diría que es ciencia ficción. No cabe en su cabeza un mundo sin Internet y sin estar conectado ininterrumpida mente a las redes sociales en su mano.

Hace relativamente poco tiempo un grupo de expertos hizo una prueba muy sencilla: Con un grupo reducido de adolescentes les presentó un viejo teléfono de los que aun se marcaba con una rueda. Los adolescentes no sabían cómo funcionaban, no sabían marcar. Era una tecnología desconocida para ellos.

Los que vivimos intensamente los años ochenta del siglo pasado, nos hace gracia cuando vemos la película “Regreso al Futuro” (II parte)  y nos muestra como en 1985  - cuando fue producida la película -  se imaginaban el año 2015.  En la película se esbozan algunos de los avances tecnológicos que se estaban investigando y desarrollando en aquella época en Estados Unidos,  algunos avances en robótica y domotica se han desarrollado; en otros casos, no se han producido los avances esperados.

Lo que si destaca es que en aquella época  aun no se preveía el impacto que la informática, las comunicaciones inalámbricas  y la red Internet iba a tener en la sociedad de 2015.  Por aquellas fechas los expertos estaban aún en fase teórica. Muchas universidades y centros de investigación necesitaban intercomunicar los conocimientos que se producían en ellos para avanzar en la investigación.

Fue en 1991 cuando a partir de una red militar (proyecto ARPANET) se desarrolló la red Internet para uso civil. En 1992 el CERN consiguió hacer esa comunicación más amigable y más abierta a la sociedad con la “World Wide Web” (www). A partir de entonces Internet pasó de los científicos y académicos a la sociedad civil. Hoy es un símbolo de democracia social, progreso y de globalización del conocimiento.

Paul Otlet, el llamado “Padre de las ciencias de la información y documentación”,  ya planteaba en su “Tratado de Documentación” de 1934  la necesidad de avanzar en el conocimiento a través de la comunicación de la información relevante y en la interrelación entre los diferentes actores implicados en dicha comunicación.  

Durante el siglo XX  esta necesidad de información y de comunicar dicha información fue objeto de estudio de diferentes  científicos, inventores, equipos científicos, universidades, agencias públicas y militares.

En la década de 1910 se desarrolló la telegrafía con y sin hilos poniendo en comunicación a personas ubicadas en continentes diferentes y en países diferentes dentro de un mismo continente.  El objetivo de los científicos era acceder a las tesis doctorales, a los informes técnicos, a la bibliografía, a archivos que se encontraban geográficamente en lugares distintos a las de sus residencias o lugar de trabajo. Necesitaban ponerse en contacto e intercambiar conocimientos.  El correo postal, al edición de libros y revistas científicas y la telegrafía fueron buenos aliados en este proceso de acceso a la información científica.   

En la década de 1920 la tecnología dio lugar al nacimiento de la telefonía, la radiodifusión y el cine.   De repente se dieron cuenta que había más información relevante disponible en soportes diferentes  al convencional basado en papel.  El sonido y la imagen podían ser receptáculos que podían contener información relevante. Algunos científicos avanzados consideraron que había que dar valor a esa información no textual o no soportada sobre papel.  El acceso a dicha información era más amigable, más directo y fácil de acceder. Su carácter sensorial facilitaba el aprovechamiento  rápido de la información, lo cual convenía a efectos de actualización informativa.

El uso propagandístico político de estos nuevos medios de comunicación  facilitó que pronto estos medios se vieran como más eficientes para transmitir conocimientos a más gente.  Por esta línea la industria y la ciencia se aliaron para buscar la forma de retener dichos conocimientos y hacerlos portables.

En la década de 1930 se sistematiza esta nueva ciencia encargada de  buscar el acceso, procesamiento y la transmisión de la información relevante entre la comunidad científica. Ya en esta década comenzaron a estudiarse las posibles aplicaciones en el ámbito académico, político y militar.  Al principio denominaron a esta nueva ciencia: “Informatika” término acuñado en la antigua URSS; en occidente se prefería “documentación” (P. Otlet) para referirse a la misma ciencia.

La industria, la comunidad científica internacional, las universidades más prestigiosas, crearon todo un ecosistema que dio lugar a la creación del sector tecnológico en el ámbito económico. 

Estas “nuevas tecnologías” o “Substitutos del libro” (P. Otlet) eran consideradas un elemento de innovación y de progreso, un avance de la “civilización”. Las “ciencias de la información y la documentación” como la denominó Paul Otlet, comenzaron a tener un campo propio en la enseñanza superior, tanto en el campo de las ciencias sociales, como en el de las ingenierías.

La II Guerra Mundial favoreció el uso militar de la información y el desarrollo de nueva tecnología en el campo de la comunicación a distancia.

En el ámbito de la comunicación se usó la radiodifusión, el teléfono y la telegrafía como formas rápidas de comunicación entre los centros de mando y el frente.  La creación del Radar fue una de las tecnologías punteras en esta guerra; así como la fotografía aérea y la cartografía militar de última generación.

En el ámbito del procesamiento de la información se inventaron nuevos métodos de retención, conservación y recuperación de la información: el archivo de oficina, el sistema de carpetas para cada expediente, el etiquetado normalizado, personal formado en la materia, maquinas de escribir,  y quizás la innovación más importante fue la construcción de la famosa “maquina enigma” desarrollada por los alemanes para codificar sus mensajes y hacerlos inteligibles para los servicios de espionaje aliados. 

 La maquina enigma  aplicaba el conocimiento matemático, la mecánica y la filología para codificar los mensajes en base a algoritmos rudimentarios. La Enigma estuvo en la base científica para el futuro desarrollo de los ordenadores.  Tras la guerra la comunidad científica estadounidense introdujo en sus equipos a destacados científicos alemanes (Operación Paperclip); lo mismo hicieron los soviéticos.

La máquina podía cifrar y descifrar los mensajes de una maquina a otra, lo cual ponía por primera vez en comunicación a dos maquinas que interactuaban entre sí con ayuda humana. Los principios de la telemática estaban planteados.

En las décadas de 1930 y 1940 el desarrollo de la informática y la telemática en el ámbito de las ingenierías y en la industria de la información,  fue espectacular.  Los primitivos prototipos de ordenadores surgieron en este periodo: “Harvard Mark I o IBM ASCC” (Universidad de Harvard, 1944) Una maquina calculadora que desarrollaba cálculos matemáticos de forma automatizada sin intervención humana.  El resultado de su acción se materializaba en papel a través de máquinas de escribir eléctricas, en bobinas de cintas de papel o en tarjetas perforadas.

En las décadas de 1940 y 1950 se desarrolló todo el ecosistema de la comunicación audiovisual a partir del desarrollo de la radiodifusión, la televisión, la ingeniería de la información,  la telefonía y la robótica.

En esta época Marshall McLuhan publicaba “La Galaxia Gutenberg” en la que teorizaba sobre los cambios que estaban produciéndose por el avance científico en el campo de las ciencias de la información y la documentación. Para McLuhan, el cambio experimentado era similar al que se produjo tras la invención de la imprenta por J. Gutenberg.

Fue en esta época cuando comenzaron a teorizarse sobre las sucesivas “Revoluciones tecnológicas e industriales” habidas desde el siglo XIX.  La idea que flotaba en el ambiente era que en aquel momento se estaba produciendo una nueva revolución, la “Revolución audiovisual” (1930-1970).
La revolución precedente, la revolución industrial (1820 - 1920) había creado la infraestructura y las herramientas; la nueva revolución establecería las ideas y el conocimiento a partir del procesamiento y comunicación de la información.

Marshal McLuhan explicaba así su método: el científico tiene que ser “Sonda” (Iluminar zonas oscuras) y “Explorador” (Buscar siempre el conocimiento sin prejuicios preconcebidos). Este nuevo método rompía con el humanismo científico y el racionalismo lógico decimonónico y establecía un nuevo reto en el desarrollo de los métodos de investigación. Este cambio paradigmático  dio lugar a la desaparición del “el profesor chiflado, el científico loco, el erudito egocentrico o el inventor de máquinas infernales” para dar lugar a los profesionales y científicos equipos multidisciplinares de investigación.
  
En las décadas de 1960 y 70 la revolución audiovisual alcanzó cotas inimaginables, sobre todo en el campo de la ingeniería y la robótica, pero también en el desarrollo, normalización y codificación de métodos relativos a la comunicación audiovisual y en lo tocante al sector de la información y documentación (Automatización de bibliotecas públicas y universitarias en el mundo anglosajón).

En la década de 1980 aparecen los PC u ordenadores personales (y una nueva ciencia: la informática) lo cual su extensión pasó de la comunidad científica a las oficinas públicas, empresas y domicilios.  El proceso fue asimétrico y no siempre estaba al alcance de los bolsillos de sus virtuales compradores. En España se introdujeron en esta época en algunos ministerios y en bibliotecas universitarias. Los medios de comunicación (Prensa, radio y TV) también aplicaron esta tecnología a sus actividades. El concepto de “Automatización”  se extendió como la pólvora desarrollando aun más la industria y el comercio de la información a gran escala.

En 1991 Aparece Internet como se mencionó más arriba. La llegada de Internet ha hecho pensar a muchos en estar experimentando una nueva revolución tecnológica: la “Revolución de Internet”. El desarrollo de los últimos años ha puesto de manifiesto el espíritu emprendedor y exploratorio de todo lo que puede y debe significar la producción, transmisión, disposición y retención de la información relevante en cualquier lugar, a través de cualquier medio y disponible en múltiples formas y formatos en tiempo real.

El desarrollo de la telefonía móvil, la fibra óptica y los recursos energéticos aplicados a esta industria, están poniéndonos en la actualidad en una nueva fase de cambio tecnológico, al comienzo de una nueva revolución que rebasa en esta ocasión el ámbito tecnológico: la “Revolución de la inteligencia, el aprendizaje y el conocimiento”.

Tenemos ya la infraestructura y las herramientas, tenemos ya disponible la información, nos comunicamos de forma habitual y de manera muy directa e inmediata. Ahora muchos pensadores consideran que hay que convertir la información en conocimiento, para luego aplicarlo a la vida cotidiana (innovación). Para ello es muy importante sondear y explorar el aprendizaje y la inteligencia. El modo como los humanos somos capaces de transformar la información en conocimiento.

Necesitamos pasar de la maquina al cerebro humano. Aunque los avances en inteligencia artificial (John McCarthy) están dando muy buenos resultados; el factor humano es aun importante para el desarrollo de la nueva sociedad del conocimiento. En este sentido en los últimos tiempos hay filósofos y científicos que tratan de recuperar las humanidades (Norbert Bilbeny) como ámbito idóneo para estudiar la inteligencia y el aprendizaje.  Otros apuestan por los estudios sobre la inteligencia emocional (Daniel Goleman) o de inteligencia social (David Welscher) aplicada al mismo objetivo de transformación de la información en conocimiento.

 La inteligencia es la facultad cerebral que permite entender, aprender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea concreta sobre una determinada realidad.  Por tanto esta facultad humana hay que desarrollarla  y aplicarla a los procesos  de transformación.

La filosofía, la historia, el arte, la literatura, la música e incluso la teología son en realidad actividades neuronales que permiten acceder a la información mediante métodos sensoriales y a través de los sentidos. Todas ellas forman parte del bloque de conocimientos humanísticos que hasta ahora han sido marginados o excluidos de las principales investigaciones científicas por su carácter subjetivo y poco práctico.  Hoy las humanidades están resurgiendo de manera evidente por su utilidad en los procesos de transformación.

En Finlandia en la actualidad se está llevando a cabo toda una revolución en el método de aprendizaje  (“phenomenon Learning”) en las escuelas públicas que cambia radicalmente el paradigma educativo europeo convencional.   

En la teoría de este cambio paradigmático está de nuevo la idea de la “sonda y el explorador” que proponía McLuhan en la década de 1940. Los finlandeses plantean equipos de investigadores junior en la propia escuela.

En vez de compartimentar los conocimientos que deben adquirir los alumnos en materias educativas como se hace ahora (método por especialidades); lo que proponen es que sean los propios alumnos los que diseñen el itinerario a seguir en sus investigaciones (exploración de lo desconocido) y en sus descubrimientos (sondas que les iluminan el camino) a medida que van desarrollando su cerebro y sus capacidades personales acordes con su edad.

La interacción social está garantizada (democracia, convivencia, ciudadanía, participación, liderazgo, tolerancia, respeto a la diferencia…) por lo que el intercambio de conocimientos redundará positivamente en sus futuras vidas (familia, trabajo amistades…) y también de forma indirecta contribuirán al desarrollo de la sociedad futura en las que vivan.

 El auge de las redes sociales en la primera década del siglo XXI ha creado todo un mundo paralelo virtual en el que al igual que el mundo real las personas interactúan entre sí.  En este mundo virtual se está experimentando, sondeando y explorando con los procesos cognitivos múltiples.  Al igual que las neuronas en el cerebro humano, la red de conocimientos es global, abarca al planeta en su conjunto, lo cual permite resultados imposible de visualizar, las posibilidades son inmensas.

Esta red de conocimientos global  ha permitido un acceso acelerado al conocimiento en muy poco tiempo. Apenas estamos esbozando o teorizando sobre la sociedad del conocimiento, cuando ya está quedando obsoleta.  Quizás hoy convenga hacer una parada técnica para pensar, para reflexionar, para debatir, para ver cuál es el siguiente paso. El vértigo que hoy produce la aceleración del conocimiento globalizado nos impide procesar adecuadamente todo lo que hoy estamos viviendo en el mundo global.


La maquina nos ayuda, la inteligencia nos hace ser humanos, el conocimiento puede construir un mundo mejor. 

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