Si en la actualidad se le
preguntara a un adolescente como sería el mundo sin Internet o sin la telefonía
móvil seguramente diría que es ciencia ficción. No cabe en su cabeza un mundo
sin Internet y sin estar conectado ininterrumpida mente a las redes sociales en
su mano.
Hace relativamente poco tiempo un
grupo de expertos hizo una prueba muy sencilla: Con un grupo reducido de
adolescentes les presentó un viejo teléfono de los que aun se marcaba con una
rueda. Los adolescentes no sabían cómo funcionaban, no sabían marcar. Era una
tecnología desconocida para ellos.
Los que vivimos intensamente los
años ochenta del siglo pasado, nos hace gracia cuando vemos la película “Regreso al Futuro” (II parte) y nos muestra como en 1985 - cuando fue producida la película - se imaginaban el año 2015. En la película se esbozan algunos de los
avances tecnológicos que se estaban investigando y desarrollando en aquella
época en Estados Unidos, algunos avances
en robótica y domotica se han desarrollado; en otros casos, no se han producido
los avances esperados.
Lo que si destaca es que en
aquella época aun no se preveía el
impacto que la informática, las comunicaciones inalámbricas y la red Internet iba a tener en la sociedad
de 2015. Por aquellas fechas los
expertos estaban aún en fase teórica. Muchas universidades y centros de
investigación necesitaban intercomunicar los conocimientos que se producían en
ellos para avanzar en la investigación.
Fue en 1991 cuando a partir de
una red militar (proyecto ARPANET) se desarrolló la red Internet para uso
civil. En 1992 el CERN consiguió hacer esa comunicación más amigable y más
abierta a la sociedad con la “World Wide
Web” (www). A partir de entonces Internet pasó de los científicos y
académicos a la sociedad civil. Hoy es un símbolo de democracia social,
progreso y de globalización del conocimiento.
Paul Otlet, el llamado “Padre de las ciencias de la información y
documentación”, ya planteaba en su “Tratado de Documentación” de 1934 la necesidad de avanzar en el conocimiento a
través de la comunicación de la información relevante y en la interrelación
entre los diferentes actores implicados en dicha comunicación.
Durante el siglo XX esta necesidad de información y de comunicar
dicha información fue objeto de estudio de diferentes científicos, inventores, equipos científicos,
universidades, agencias públicas y militares.
En la década de 1910 se
desarrolló la telegrafía con y sin hilos poniendo en comunicación a personas
ubicadas en continentes diferentes y en países diferentes dentro de un mismo
continente. El objetivo de los
científicos era acceder a las tesis doctorales, a los informes técnicos, a la
bibliografía, a archivos que se encontraban geográficamente en lugares distintos
a las de sus residencias o lugar de trabajo. Necesitaban ponerse en contacto e
intercambiar conocimientos. El correo
postal, al edición de libros y revistas científicas y la telegrafía fueron
buenos aliados en este proceso de acceso a la información científica.
En la década de 1920 la tecnología
dio lugar al nacimiento de la telefonía, la radiodifusión y el cine. De repente se dieron cuenta que había más
información relevante disponible en soportes diferentes al convencional basado en papel. El sonido y la imagen podían ser receptáculos
que podían contener información relevante. Algunos científicos avanzados
consideraron que había que dar valor a esa información no textual o no
soportada sobre papel. El acceso a dicha
información era más amigable, más directo y fácil de acceder. Su carácter sensorial
facilitaba el aprovechamiento rápido de
la información, lo cual convenía a efectos de actualización informativa.
El uso propagandístico político de
estos nuevos medios de comunicación
facilitó que pronto estos medios se vieran como más eficientes para
transmitir conocimientos a más gente. Por esta línea la industria y la ciencia se
aliaron para buscar la forma de retener dichos conocimientos y hacerlos
portables.
En la década de 1930 se
sistematiza esta nueva ciencia encargada de
buscar el acceso, procesamiento y la transmisión de la información
relevante entre la comunidad científica. Ya en esta década comenzaron a
estudiarse las posibles aplicaciones en el ámbito académico, político y
militar. Al principio denominaron a esta
nueva ciencia: “Informatika” término
acuñado en la antigua URSS; en occidente se prefería “documentación” (P. Otlet) para referirse a la misma ciencia.
La industria, la comunidad
científica internacional, las universidades más prestigiosas, crearon todo un
ecosistema que dio lugar a la creación del sector tecnológico en el ámbito económico.
Estas “nuevas tecnologías” o “Substitutos
del libro” (P. Otlet) eran consideradas un elemento de innovación y de
progreso, un avance de la “civilización”.
Las “ciencias de la información y la
documentación” como la denominó Paul Otlet, comenzaron a tener un campo
propio en la enseñanza superior, tanto en el campo de las ciencias sociales,
como en el de las ingenierías.
La II Guerra Mundial favoreció el
uso militar de la información y el desarrollo de nueva tecnología en el campo
de la comunicación a distancia.
En el ámbito de la comunicación se
usó la radiodifusión, el teléfono y la telegrafía como formas rápidas de
comunicación entre los centros de mando y el frente. La creación del Radar fue una de las
tecnologías punteras en esta guerra; así como la fotografía aérea y la
cartografía militar de última generación.
En el ámbito del procesamiento de
la información se inventaron nuevos métodos de retención, conservación y
recuperación de la información: el archivo de oficina, el sistema de carpetas
para cada expediente, el etiquetado normalizado, personal formado en la
materia, maquinas de escribir, y quizás
la innovación más importante fue la construcción de la famosa “maquina enigma” desarrollada por los
alemanes para codificar sus mensajes y hacerlos inteligibles para los servicios
de espionaje aliados.
La máquina podía cifrar y
descifrar los mensajes de una maquina a otra, lo cual ponía por primera vez en
comunicación a dos maquinas que interactuaban entre sí con ayuda humana. Los
principios de la telemática estaban planteados.
En las décadas de 1930 y 1940 el
desarrollo de la informática y la telemática en el ámbito de las ingenierías y
en la industria de la información, fue
espectacular. Los primitivos prototipos
de ordenadores surgieron en este periodo: “Harvard
Mark I o IBM ASCC” (Universidad de Harvard, 1944) Una maquina calculadora
que desarrollaba cálculos matemáticos de forma automatizada sin intervención humana.
El resultado de su acción se
materializaba en papel a través de máquinas de escribir eléctricas, en bobinas
de cintas de papel o en tarjetas perforadas.
En las décadas de 1940 y 1950 se
desarrolló todo el ecosistema de la comunicación audiovisual a partir del
desarrollo de la radiodifusión, la televisión, la ingeniería de la información,
la telefonía y la robótica.
En esta época Marshall McLuhan
publicaba “La Galaxia Gutenberg” en
la que teorizaba sobre los cambios que estaban produciéndose por el avance
científico en el campo de las ciencias de la información y la documentación. Para
McLuhan, el cambio experimentado era similar al que se produjo tras la
invención de la imprenta por J. Gutenberg.
Fue en esta época cuando
comenzaron a teorizarse sobre las sucesivas “Revoluciones tecnológicas e industriales” habidas desde el siglo
XIX. La idea que flotaba en el ambiente
era que en aquel momento se estaba produciendo una nueva revolución, la “Revolución audiovisual” (1930-1970).
La revolución precedente, la
revolución industrial (1820 - 1920) había creado la infraestructura y las
herramientas; la nueva revolución establecería las ideas y el conocimiento a
partir del procesamiento y comunicación de la información.
Marshal McLuhan explicaba así su método:
el científico tiene que ser “Sonda”
(Iluminar zonas oscuras) y “Explorador”
(Buscar siempre el conocimiento sin prejuicios preconcebidos). Este nuevo
método rompía con el humanismo científico y el racionalismo lógico decimonónico
y establecía un nuevo reto en el desarrollo de los métodos de investigación. Este
cambio paradigmático dio lugar a la
desaparición del “el profesor chiflado,
el científico loco, el erudito
egocentrico o el inventor de máquinas infernales” para dar lugar a los
profesionales y científicos equipos multidisciplinares de investigación.
En las décadas de 1960 y 70 la
revolución audiovisual alcanzó cotas inimaginables, sobre todo en el campo de
la ingeniería y la robótica, pero también en el desarrollo, normalización y
codificación de métodos relativos a la comunicación audiovisual y en lo tocante
al sector de la información y documentación (Automatización de bibliotecas
públicas y universitarias en el mundo anglosajón).
En la década de 1980 aparecen los
PC u ordenadores personales (y una nueva ciencia: la informática) lo cual su
extensión pasó de la comunidad científica a las oficinas públicas, empresas y
domicilios. El proceso fue asimétrico y
no siempre estaba al alcance de los bolsillos de sus virtuales compradores. En
España se introdujeron en esta época en algunos ministerios y en bibliotecas
universitarias. Los medios de comunicación (Prensa, radio y TV) también
aplicaron esta tecnología a sus actividades. El concepto de “Automatización” se extendió como la pólvora desarrollando aun
más la industria y el comercio de la información a gran escala.
En 1991 Aparece Internet como se
mencionó más arriba. La llegada de Internet ha hecho pensar a muchos en estar
experimentando una nueva revolución tecnológica: la “Revolución de Internet”. El desarrollo de los últimos años ha
puesto de manifiesto el espíritu emprendedor y exploratorio de todo lo que puede
y debe significar la producción, transmisión, disposición y retención de la
información relevante en cualquier lugar, a través de cualquier medio y
disponible en múltiples formas y formatos en tiempo real.
El desarrollo de la telefonía móvil,
la fibra óptica y los recursos energéticos aplicados a esta industria, están poniéndonos
en la actualidad en una nueva fase de cambio tecnológico, al comienzo de una
nueva revolución que rebasa en esta ocasión el ámbito tecnológico: la “Revolución de la inteligencia, el aprendizaje
y el conocimiento”.
Tenemos ya la infraestructura y
las herramientas, tenemos ya disponible la información, nos comunicamos de
forma habitual y de manera muy directa e inmediata. Ahora muchos pensadores
consideran que hay que convertir la información en conocimiento, para luego
aplicarlo a la vida cotidiana (innovación). Para ello es muy importante sondear
y explorar el aprendizaje y la inteligencia. El modo como los humanos somos
capaces de transformar la información en conocimiento.
Necesitamos pasar de la maquina
al cerebro humano. Aunque los avances en inteligencia artificial (John McCarthy)
están dando muy buenos resultados; el factor humano es aun importante para el
desarrollo de la nueva sociedad del conocimiento. En este sentido en los últimos
tiempos hay filósofos y científicos que tratan de recuperar las humanidades
(Norbert Bilbeny) como ámbito idóneo para estudiar la inteligencia y el
aprendizaje. Otros apuestan por los
estudios sobre la inteligencia emocional (Daniel Goleman) o de inteligencia
social (David Welscher) aplicada al mismo objetivo de transformación de la
información en conocimiento.
La filosofía, la historia, el
arte, la literatura, la música e incluso la teología son en realidad actividades
neuronales que permiten acceder a la información mediante métodos sensoriales y
a través de los sentidos. Todas ellas forman parte del bloque de conocimientos
humanísticos que hasta ahora han sido marginados o excluidos de las principales
investigaciones científicas por su carácter subjetivo y poco práctico. Hoy las humanidades están resurgiendo de
manera evidente por su utilidad en los procesos de transformación.
En Finlandia en la actualidad se
está llevando a cabo toda una revolución en el método de aprendizaje (“phenomenon
Learning”) en las escuelas públicas que cambia radicalmente el paradigma
educativo europeo convencional.
En la teoría de este cambio
paradigmático está de nuevo la idea de la “sonda
y el explorador” que proponía McLuhan en la década de 1940. Los finlandeses
plantean equipos de investigadores junior en la propia escuela.
En vez de compartimentar los
conocimientos que deben adquirir los alumnos en materias educativas como se
hace ahora (método por especialidades); lo que proponen es que sean los propios
alumnos los que diseñen el itinerario a seguir en sus investigaciones
(exploración de lo desconocido) y en sus descubrimientos (sondas que les
iluminan el camino) a medida que van desarrollando su cerebro y sus capacidades
personales acordes con su edad.
La interacción social está
garantizada (democracia, convivencia, ciudadanía, participación, liderazgo,
tolerancia, respeto a la diferencia…) por lo que el intercambio de
conocimientos redundará positivamente en sus futuras vidas (familia, trabajo
amistades…) y también de forma indirecta contribuirán al desarrollo de la
sociedad futura en las que vivan.
El auge de las redes sociales en la primera
década del siglo XXI ha creado todo un mundo paralelo virtual en el que al
igual que el mundo real las personas interactúan entre sí. En este mundo virtual se está experimentando,
sondeando y explorando con los procesos cognitivos múltiples. Al igual que las neuronas en el cerebro
humano, la red de conocimientos es global, abarca al planeta en su conjunto, lo
cual permite resultados imposible de visualizar, las posibilidades son
inmensas.
Esta red de conocimientos
global ha permitido un acceso acelerado
al conocimiento en muy poco tiempo. Apenas estamos esbozando o teorizando sobre
la sociedad del conocimiento, cuando ya está quedando obsoleta. Quizás hoy convenga hacer una parada técnica para
pensar, para reflexionar, para debatir, para ver cuál es el siguiente paso. El vértigo
que hoy produce la aceleración del conocimiento globalizado nos impide procesar
adecuadamente todo lo que hoy estamos viviendo en el mundo global.
La maquina nos ayuda, la
inteligencia nos hace ser humanos, el conocimiento puede construir un mundo
mejor.
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