A lo largo de esta última década
varios fenómenos en el ámbito económico y empresarial han cambiado de forma
significativa los paradigmas previamente existentes en el campo de la información.
De forma sintética podemos
observar cuatro fenómenos recurrentes:
- El consumidor es hoy un producto de consumo.
- El consumidor accede de manera directa al producto elegido en cualquier sitio, a través de cualquier dispositivo o medio y en tiempo real.
- Arraigo social de la llamada “cultura de la gratuidad”
- Arraigo social de la llamada “cultura de la inmediatez”
1) La interactividad que suponen
las redes sociales digitales, el ambiente socializador y comunitarista y la
autopromoción personal ha convertido al consumidor en protagonista de su propio
spot publicitario, convirtiéndose a sí mismo en un producto a la venta. Ser hoy
“viral” en la red o alcanzar el “Trending Topic” del día es una meta
cada vez mas anhelada por la mayoría de los creadores de contenidos de estas
populares redes sociales digitales.
La generación de contenidos en la
red es hoy una gran industria en alza, los productores de esos contenidos son personas muy cotizadas en el mercado
digital. El atractivo amateur que
expresan estos post, sustituyen a los
producidos por profesionales del marketing empresarial convencional. De ahí que
la producción audiovisual amateur haya adquirido un nuevo espacio para su
desarrollo. Un espacio generador de empleo y de riqueza.
2) El acceso directo lo
proporciona la inmensa variedad de dispositivos digitales móviles y la inmensa
oferta de apps existentes en el mercado. El consumidor accede directamente al producto que busca,
eliminando así el modelo distributivo o de intermediario. La gente ya no va a
la tienda a comprar, directamente hace la compra on line (Modelo Amazón). Es
más rápido, fácil de interactuar con la app correspondiente, y no necesita
estar físicamente en el lugar donde se vende.
3) Internet se ha convertido en
un continente donde todo está disponible y es gratuito. Frente al sistema inicial de pago por visión
a contenidos audiovisuales o pago por acceso a los contenidos alojados en la
web corporativa, en la actualidad
predomina el acceso directo sin pago a los contenidos. Para muchos internautas, incluso la gratuidad de contenidos es
considerada un derecho natural.
El sistema de edición digital y
de producción digital ha puesto contra las cuerdas los convencionales derechos
de propiedad intelectual o de producción audiovisual. Los autores (hoy denominados “generadores de contenidos”) en el mundo
convencional cobraban su canon por obra vendida. Se necesitaba una gran campaña
publicitaria para que su obra destacase sobre las demás.
Hoy en el mundo digital cualquier persona puede autoeditarse un libro
o autoproducirse un video y ponerlo de forma gratuita o a bajo coste en la
red. El coste de almacenaje en los webs
especializados es muy bajo. Ante esta herramienta
versátil, fácil e instantánea, sobran los intermediarios (editores y
distribuidores).
4) El acceso a los contenidos ya
no es rápido, sino inmediato. Cualquier
persona necesita una información de manera urgente y en cuestión de segundo
tiene esa información en su dispositivo. Esta cultura de la inmediatez ha provocado que
la información que se proyecta en la red sea escueta, minimalista y
fragmentada. Es lo que muchos tuiteros han denominado la “dictadura de los 140 caracteres”, que incluso ha inventado un
lenguaje nuevo a base de abreviaturas y emoticonos para expresar todo lo que se
desea expresar en cuestión de segundos.
La rapidez en la carga de webs se
ha multiplicado en los últimos años, para de esta forma estar de forma
permanente comunicado a través de un dispositivo electrónico. Las redes
sociales son la ventana del mundo real al virtual y en estos instantes la comunicación
fluida entre ambos mundos es algo inimaginable hace tan sólo una década. Del universo se ha pasado al multiverso.
Ante estos fenómenos
seleccionados, uno cabe preguntarse cómo afecta esto al mundo de la información
y la documentación. En las últimas semanas y meses se está hablando mucho en
los debates profesionales (en las redes especializadas y sociales) acerca del
futuro de “la Profesión”.
Efectivamente, archiveros, bibliotecarios y
documentalistas en tanto distribuidores
de información o de intermediarios entre usuarios y documentos, se encuentran fuera de juego en los últimos
tiempos. Los usuarios tradicionales ahora acceden a la información de manera
directa e instantánea, a través de los dispositivos móviles a los contenidos
alojados en la red sin mayores complicaciones.
Las bibliotecas y el comercio
librero están viendo bajar sus usuarios o clientes. Los archiveros son una
especie a extinguir ante la innecesaria documentación en papel. Los documentalistas están siendo sustituidos
por las Apps. ¿Cuál es el problema?
La información hoy se genera,
transmite y almacena de forma digital, esto excluye el soporte papel y en
consecuencia deja obsoleto el sistema de gestión de documentos tradicional:
archivos y bibliotecas. Frente a la gestión de documentos, hoy se habla de
gestión de información o gestión de contenidos. No importa el soporte, importa el contenido de
la información. Al no existir objeto
físico: el documento en papel, los
profesionales precisan una profunda reconversión de su rol profesional y un
cambio de “bit” en su paradigma teórico profesional.
Para muchos gestores, llamémosle
así provisionalmente, el problema
proviene de la incapacidad para el cambio de roles. La formación recibida por
muchos profesionales convencionales
dista mucho de los retos que la gestión de información o de contenidos proporciona
hoy al profesional de la información. Muchos se resisten, otros se muestran
revolucionarios y otros rompen directamente con el marco previo.
La información instantánea y
fragmentada por si sola genera múltiples
interpretaciones “a la carta” para
cada usuario. Cada interpretación genera instantáneamente nueva información.
La noticia cambiante en el
tiempo abre múltiples canales de
discusión de forma también instantánea y abre también de forma instantánea
nuevas conversaciones. A veces los cambios son tan acelerados, que más que
información generan ruido y confusión (caso por ejemplo de las comunicaciones vía
whatsapp en grupos, al final acaba uno por silenciar el grupo ante la
imposibilidad de seguir la conversación).
Ante esta situación uno se
pregunta como profesional sobre su utilidad en un mundo automatizado, donde la
persona es sustituida cada vez más por la maquina. En muchos foros se habla incluso de la pronta desaparición
de las profesiones convencionales del sector: archivística, biblioteconomía y
documentación.
Si vemos estos fenómenos en el ámbito
profesional privado, podemos ver como las empresas privadas están migrando sus “registros” (traducción literal de “Record”) en papel a formato digital (escaneo y
digitalización) eliminando a manos llenas los “registros” en papel. Archivos y bibliotecas enteras están acabando
en la actualidad en las plantas de gestión de residuos y reciclaje.
Los libros y enciclopedias técnicas ya no son necesarios para los proyectos
empresariales, para eso están los contenidos en la red. El comercio librero convencional de segunda mano ya no los
compra, ante la alarmante saturación de sus almacenes. El coste de guardarlos
es inasumible. La venta como papel es la salida más habitual.
Los documentos de los archivos
empresariales ocupan espacio y guardarlos es también costoso, por lo que la
migración a formato digital es hoy práctica habitual; al igual que producir ya
documentos en formato digital y no imprimirlos. Aplicaciones como “la nube” permiten un almacenaje digital a bajo precio de todos los registros. La
versatilidad de estas aplicaciones ha desplazado al profesional de los
archivos.
Únicamente permanecen los
archiveros y bibliotecarios-documentalistas en el sector público donde las leyes y normas de
patrimonio bibliográfico y documental exigen la conservación permanente de los
documentos y libros que forman parte de dicho patrimonio.
Hoy se está produciendo cambios
profesionales gracias a los comités internacionales de ISO y AENOR especializados. Las normas actuales permiten la transición
profesional de los modelos clásicos a los nuevos modelos profesionales.
Aun no
tenemos nombre los profesionales, dado que es reciente el cambio, para muchos
seguimos siendo archiveros o documentalistas; para otros somos gestores de
información documentada; para otros gestores de contenidos. Pero
existen multitud de nuevas profesiones
que podrían formar parte del elenco profesional en los próximos años.
Lo importante es que la
información sirva para generar conocimiento y que ese conocimiento pueda ser
aplicado a las actividades cotidianas de las personas, familias, negocios y
empresas, o a las actividades públicas de las distintas administraciones. Importa hoy la información antes que el soporte o
el medio de transmisión. Los profesionales podemos ayudar a generar conocimiento a partir de la información existente.
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