El reciclaje como actividad
industrial surgió después de la segunda guerra mundial (1939-1945) al
desescombrar los edificios destruidos en las grandes ciudades. Los arquitectos
reutilizaron los materiales de los antiguos edificios, para construir las nuevas
edificaciones. Después comenzaron a pensar en cómo sacar provecho de esta
actividad, dado que reducía los costes de producción, surgiendo así un nuevo
sector económico: el del reciclaje.
Fue a partir de la década de 1970
y 1980 cuando el reciclaje pasó a convertirse en una actividad social englobada
dentro de los movimientos naturalistas y conservacionistas de los espacios y
especies naturales. Con las cumbres
medioambientales, los gobiernos se fueron de forma asimétrica y no siempre
dando facilidades, adaptando a políticas medioambientales favorables a mejorar
la vida en el planeta, preservar las especies amenazadas y reservar espacios
libres de presencia humana. En los últimos tiempos las políticas
medioambientales se han orientado hacia la calidad del aire que respiramos, la
calidad del agua que bebemos o la calidad de los alimentos que comemos.
La energía es un escollo para el
desarrollo de los pueblos y también para las políticas medioambientales. Los
intereses de la industria y los desafíos del activismo social se contraponen,
dejando a los gobiernos en una complicada posición. En muchos casos se han formado lobbies
energéticos que apuestan por el mantenimiento de sistemas productivos altamente
contaminantes o nocivos para la vida en el planeta. Sus intereses financieros y
económicos condicionan su posicionamiento.
Por el contrario el activismo social
apuesta por una energía limpia de contaminantes; así como por una producción
respetuosa con el medio ambiente y la salud de las personas.
Los gobiernos afirman en teoría y
públicamente estar de acuerdo con las políticas medioambientales
conservacionistas y con apostar por la energía limpia; pero en la práctica se
ven avocados a someterse a las presiones de los lobbies energéticos y a la
industria agresiva con el medio ambiente. Los tratados internacionales han sido
machacados hasta el extremo. La guerra energética es una realidad en la
actualidad. El activismo conservacionista ha sido denostado, perseguido y
condenado al ostracismo. Las leyes se han hecho a medida de las grandes
industrias contaminantes.
El reciclaje es una concesión que los gobiernos han hecho
a los activistas para justificar su teórico posicionamiento hacia la energía
limpia y los procesos productivos respetuosos con el Medio Ambiente. Tener servicios de recogida y procesamiento
de residuos urbanos genera mucho voto ciudadano. Da buena imagen al municipio y
engrandece la figura de sus autoridades. En realidad el reciclaje es un
arma de doble filo.
Por una parte retira de la circulación
ingentes cantidades de residuos, conciencia a la gente y favorece la vida a
nivel local; pero por otro se mantiene la generación de residuos dado que el
reciclaje es hoy un sector económico en ascenso. Da de comer a muchas familias
y genera muchos puestos de trabajo.
Pero por otra no acaba de
solucionar el problema de la generación de residuos. En algunos países han convencido a sus
ciudadanos en la necesidad de cambiar los hábitos de consumo y el estilo de
vida.
Muchas veces no somos conscientes
de la basura que generamos, no somos conscientes de la cantidad de envases que
no reutilizamos, no somos conscientes del papel que usamos a diario.
Nosotros somos el problema al generar
residuos. Si reducimos los residuos, no será preciso reciclar.
El reciclaje es el resultado de
una forma de vida hostil con el medio ambiente. La concienciación
medioambiental habría de caminar hacia
un estilo de vida diferente. El reciclaje es la muleta; ayuda, pero no
soluciona.
Existen hoy muchas iniciativas al
respecto tanto desde la esfera pública, como desde el sector privado.
Promocionar una vida sana es una forma altruista en la que cualquier persona
puede participar en este proyecto global que pretende recuperar el planeta
tierra como nuestro hogar.
Apostar por un bienestar físico,
psicológico y emocional es una buena forma de iniciar un estilo de vida
saludable. El ejercicio físico, el equilibrio emocional, tener una buena salud
mental, tener un cuerpo sano a efectos médicos, es la base a partir de la cual
gira todo proyecto medio ambiental. Comencemos por uno mismo y nuestro entorno
inmediato.
En este sentido la buena
alimentación es fundamental. La dieta que consumamos ha de ser la adecuada a
nuestro estado físico y mental. La
pirámide de alimentos es una herramienta esencial para encontrar el equilibrio
dietético que necesitamos para tener una buena salud nutricional.
El ejercicio físico regular se ha
revalorizado en los últimos años, e incluso forma parte de la pirámide
nutricional actualmente. Tiene infinidad de beneficios para el cuerpo humano y
también a nivel psicológico, dado que refuerza la autoestima, combate el estrés
y aumenta la vitalidad entre otros beneficios.
El equilibrio emocional es
fundamental para tener una vida sana. La vida a veces nos coloca en situaciones
desagradables y de estrés. Muchas veces no sabemos cómo reaccionar y a veces
todo ello nos puede conducir a la depresión o a la esquizofrenia. Aceptar lo
que uno es, con sus límites, sus virtudes y defectos, es una buena forma de tener
equilibrio emocional. Saber reaccionar en la medida oportuna ante una situación
de estrés, favorece la comunicación interpersonal y nos hace sentir bien.
El bienestar emocional es
fundamental para ganar en autoestima y en iniciativa. En la Grecia clásica se decía
aquello de “Conócete a ti mismo” y
Descartes decía “pienso, luego existo”. El reconocimiento de uno mismo ayuda en la
maduración de la persona como individuo y ayuda en sus relaciones personales
con su entorno.
En las asociaciones y movimientos
medioambientales, se puede ver el activismo hacia todas estas cuestiones, con
mayor o menor exaltación de las ideas. Existen en las mismas gentes que desde la razón y la
buena política (esa que tanto escasea últimamente) tratan realmente de mejorar
el medio ambiente proponiendo cambios sustanciales en las políticas
gubernamentales o en la legislación en base a una hoja de ruta o agenda
medioambiental, a través de experiencias
o estudios científicos contrastados.
Por desgracia también hay mucho
radical y fanático suelto (el “ecologista
coñazo” que diría mi tío Luis q.e.p.d.), aquel que pretende hacer las cosas
de forma brusca y a menudo violenta (Lo
cual es un contrasentido, dado que los activistas medioambientales suelen ser
por lo general pacíficos) para imponer su voluntad.
Por tanto el reciclaje es bueno,
se ha de hacer y se ha de concienciar a todos; pero no es la solución. El
cambio de vida y de hábitos de consumo favorece más a la naturaleza que el
reciclaje de residuos. No generar
residuos y usar energías limpias contribuye a la mejora del medio ambiente.
Es preciso en este día señalado
reivindicar al gobierno una política medioambiental para España vinculada al
desarrollo y extensión de la energía limpia y no vinculada a los intereses del
lobby energético controlado por las grandes eléctricas del país. España lleva mucho retraso en el cambio de
modelo energético. En otros países europeos ya llegan al 100% de energía
limpia. ¿A qué espera nuestro gobierno para sumarse a la energía limpia?
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