miércoles, 13 de marzo de 2013

Tecnología e innovación


A menudo escuchamos en eventos comerciales a políticos que hablan de innovación en el marco de la empresa, como un valor estratégico esencial.  Sin embargo cuando hablan de innovación se refieren principalmente a la innovación tecnológica y concretamente al universo que forma el equipamiento informático y telemático de última generación de cualquier empresa.

Muchas veces esas referencias a las “TIC’s” o “Nuevas tecnologías” o “Empresas de base tecnológicas” son eslóganes que los políticos usan para generar audiencia y los medios de comunicación amplifican. Sin embargo la incorporación tecnológica de la administración pública lleva un notable retraso con respecto a otros países.

Las grandes compañías y holdings “de base tecnológica” lanzan al mercado cantidades ingentes de productos tecnológicos sin tener, a menudo, en cuenta la demanda real de los mismos.  Es una oferta tremendamente variada y para un público extenso con heterogéneas necesidades.  Así por ejemplo, en el campo de la telefonía móvil se ha pasado de tener un simple teléfono sin cables, a un dispositivo que te permite tener literalmente “la oficina en la palma de la mano”. Incluso hay dispositivos que aún no tienen nombre.

En cuanto a contenidos los hay para todos los públicos. La mayoría de los dispositivos están configurados para el uso por un público adolescente o joven con mucho tiempo libre (aplicaciones enfocadas al ocio). Los contenidos para adultos o para empresarios son escasos y a menudo costosos.  Al final, seguimos usando diariamente el teléfono, la mensajería instantánea gratuita, y las redes sociales más conocidas.

El resto de contenidos quedan arrumbados en el dispositivo sin usarse nunca o casi nunca. Incluso quedan aparcadas aplicaciones antes atractivas como TV, radio o Internet. Las tendencias de la demanda y el tiempo vital de las mismas marcan el éxito o fracaso de un dispositivo y un contenido concreto.

La tendencia observada en los últimos años habla de productos que mueren antes de salir al mercado, productos que nadie desea o necesita y que por tanto nunca van a venderse. Los creativos de estas empresas tecnológicas a los cuales se les han acabado la imaginación, se les ha ocurrido convertir a los clientes en creativos y hacer productos a la carta. En definitiva, adecuar la oferta a la demanda. Dar al cliente lo que realmente desea o necesita. (Recomiendo: http://www.marketingdirecto.com/especiales/recopilatorios-2012-tendencias-2013/10-tendencias-de-consumo-cruciales-para-2013/ ).

Los profesionales cuando hablamos de innovación nos referimos al valor cualitativo de una empresa, a su sistema de calidad y a la ética que debe primar en cualquier proyecto de innovación.  Cuando hablamos de tecnología nos referimos a la capacidad  que tiene la empresa para innovar. Nos referimos en este segundo concepto al talento del creador (aptitudes), a las herramientas y al conocimiento necesario para desarrollar ideas creativas.

Después de la segunda guerra mundial hubo una nueva revolución tecnológica. Los estudios y experimentos realizados por ambos bandos durante la guerra, dieron lugar a un marco científico donde la información cobraba relevancia en la generación de conocimiento. Este conocimiento podía dar lugar a  nuevas líneas de investigación científica  y al desarrollo de múltiples productos y servicios que fueran útiles para la población.  La información se convertía así en el “cuarto poder”.

Con el desarrollo del libre comercio (Bretton Woods) y de los sistemas democráticos de gobierno, la innovación se convirtió en un elemento que servía, en su uso civil, para la integración, la cohesión y el mantenimiento de la paz.  El trabajo en equipo permitía la comunicación  y los intercambios. Todos estos elementos hicieron posible el desarrollo de la industria electrónica, informática, telemática y robótica.

 Así como la investigación bioquímica, el desarrollo de la genética, avances en medicina y farmacología; así como el notable desarrollo de la física y las ciencias del espacio.  La experimentación con nuevas fuentes de energía permitió desarrollar la industria energética renovable solar, eólica, de la biomasa… como alternativas a fuentes limitadas como el carbón, gas natural o el petróleo.

Sin duda la creatividad y la generación de talento han estado presente en la última mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Hoy en día cualquier empresa está cualificada para innovar y tiene capacidad para desarrollar herramientas innovadoras. Pero la tecnología no es el fin en si misma, es tan solo una herramienta, un objeto, que usamos para desarrollar nuestros proyectos innovadores. Nos facilita y nos ayuda a desarrollar nuestro trabajo.

Junto a la innovación se encuentran otros dos conceptos inseparables: la calidad y la ética. En el cambio de siglo XIX al XX  en Estados Unidos se comenzó a desarrollar  lo que hoy se conocen como Sistemas de Calidad.  Taylor y Ford innovaron con “administración científica” y  las “cadenas de montaje”, en las cuales un mismo producto podía descomponerse en sus piezas fundamentales. Especializando al obrero en cada una de ellas, se podían obtener piezas muy bien hechas en poco tiempo. Ahorrando con ello tiempo en la fabricación de productos.  El sistema generó productos en serie, más económicos de producir y más asequibles al gran público.

Para fabricar piezas los investigadores establecieron criterios que iban desde la metodología a emplear, a las herramientas a utilizar en cada pieza, como a la forma o materia que debía tener  o contener cada pieza.  Surgen así procedimientos establecidos y normas para producir cada una de las piezas. Surgen las “Standard” o normas técnicas. La conformidad con esas normas otorga niveles de calidad a los productos resultantes, haciendo que este aumente su valor en el mercado. Con estas normas surgen los distintos centros auditores y la profesión de auditor o consultor de calidad.

 A nivel internacional ISO (International Standard Organisation) es la entidad encargada de publicar las normas ISO, de la cual la norma ISO 9001, publicada en 2001 es la más conocida. En España la entidad oficial, reconocida por ISO, que se encarga de publicar las normas UNE es AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación). En sus comités y grupos de trabajo se encuentran representados tanto el sector público, como las universidades y las empresas (de todo tipo y tamaño, entre ellas Kalímacos) vinculados al área de conocimiento o sector económico correspondiente a una o varias normas técnicas de los cuales forman parte.

Por tanto innovar es crear, investigar, desarrollar ideas, aplicar conocimientos, es también dar valor a tus productos, servicios, formas de trabajo, a los resultados obtenidos. Pero también es importante seguir principios, criterios y fundamentos éticos para establecer el  valor de una empresa innovadora. Es la ética la que proporciona confianza en  la propia empresa, el trabajo bien hecho y en lograr la satisfacción del cliente.

La tecnología es importante pero no es el fin, es más importante la innovación, la creatividad, la generación de talento o  el acceso al conocimiento.  

lunes, 11 de marzo de 2013

En defensa de la microempresa

En estos tiempos convulsos que corren, el objetivo de las corrientes de opinión pública son los políticos, los banqueros y los empresarios por ese orden.  A los primeros se les acusa de vivir fuera de la realidad, a los segundos de usureros o corruptos y a los últimos de favorecer la cultura del pelotazo, en especial el urbanístico.

No digo que no les falte razón, pero ni todos los políticos viven en un mundo feliz, ni todos los banqueros son corruptos y por supuesto no todos los empresarios están conformes con la cultura del pelotazo. 

Los creadores de opinión y los medios de comunicación utilizan los datos del mapa de la corrupción en España, para generar nuevos contenidos, que a su vez generan audiencia y aumente el valor de las empresas propietarias o gestoras.

La realidad suele ser otra. Si tenemos en cuenta que la mayoría de las empresas implicadas en casos de corrupción pertenecen a la categoría de gran empresa, hemos de decir que en este caso podrían representar tan solo un 0,1% de las empresas de este país (Datos del Ministerio de Industria para 2012 http://www.ipyme.org/Publicaciones/Retrato_PYME_2012.pdf).

Pese a ello me gustaría romper una lanza a favor de la PYME (99,99% de las empresas de este país en 2012) y más concretamente de la microempresa (95.2%), cuyas características les alejan generalmente de esa cultura que se acerca a la corrupción.

Por sus propias características la microempresa  suele tener un alcance local o regional, son pocas las que se internacionalizan y pocas las que abarquen otras provincias a nivel nacional. Por su propia definición cuentan con menos de 10 trabajadores en plantilla y no superan los 2 millones de euros de facturación anual (Comisión Europea, DO L63/27. Año 2004).  Su forma jurídica habitual es la del empresario individual por cuenta propia (más conocido como autónomo, el 52% de las micro empresas).

Debido al volumen de su personal, las relaciones laborales internas son a menudo pactadas directamente y sin intermediarios entre el personal y el patrón. La flexibilidad en las condiciones laborales y aspectos como la conciliación están más que asegurados. Las relaciones a nivel legal son jerárquicas; pero a efectos prácticos, presentan estructuras horizontales a modo de trabajo en equipo.

El promotor, propietario o patrón ejerce habitualmente también como administrativo, técnico o comercial, dependiendo de la carga de trabajo existente en cada momento. Es uno más en el equipo. No existen departamentos especializados, sino asignación de tareas en función de la cualificación  y capacidad del trabajador.  No se trabaja por horas, sino por objetivos. La productividad viene marcada por el cumplimiento de objetivos y por los resultados obtenidos.

 Normalmente el sistema económico-financiero de una microempresa es el modelo productivo, generando estabilidad en sus cuentas. Se combina la generación de recursos propios como medio habitual de financiación, apoyado con un endeudamiento coyuntural, en forma de créditos o préstamos bancarios. A menudo se recurre también al propio patrimonio o a la ayuda familiar, generalmente para hacer frente a falta de liquidez coyuntural o crear provisiones para la financiación de proyectos concretos. Normalmente estas empresas  no suelen cotizar en bolsa. Pagan sus impuestos religiosamente y contribuyen al fondo de la seguridad social.

Las relaciones comerciales de la microempresa suele ser siempre con otras microempresas (Networking, Coworking, encuentros, jornadas) o empresas pertenecientes al universo PYME. En ocasiones suelen participar en concursos públicos, fundamentalmente a nivel municipal o autonómico, en los cuales han de competir a menudo con empresas de mayor tamaño.

La forma habitual de venta es la negociación directa y presencial con el cliente. Una vez acordadas las condiciones  se realiza el trabajo lo antes posible y se cobra antes de los 30 días como regla general.  Este tipo de venta ayuda a fidelizar al cliente, creando lazos personales y humanizando las transacciones. Para los microempresarios la satisfacción del cliente es el objetivo principal de nuestra actividad. Aunque a muchos pueda extrañar, el fin de una microempresa no es ganar dinero. El dinero ayuda a conseguir productos/servicios útiles o necesarios para los clientes.

En la actualidad en algunas grandes empresas, el Top Ten mundial y en la mayoría de las microempresas está surgiendo una cultura empresarial diferente. Michael Forbes, actual presidente de la prestigiosa revista Forbes, nos indica los elementos de esta nueva cultura empresarial: “Esto ya no se trata solo de hacer dinero, de hacer negocios (…) se trata de crear valor para otros, soluciones para mejorar el mundo. Así hay que enfocar el negocio” (Diario El País. Lunes 11 de marzo de 2013.Contraportada)

Es una respuesta solidaria necesaria en los tiempos actuales. En cierta forma es regresar al punto de partida. Cuando surgió el trueque en el Neolítico, la idea era compartir e intercambiar los recursos excedentarios con aquellas poblaciones que carecían de ellos. Lo que me sobra, repartirlo entre los que más lo necesitan.  Cuando surge la moneda como valor de intercambio, surge la codicia, la especulación y la corrupción. El valor solidario inicial se convierte en valor insolidario.

Es curioso observar en la sociedad actual, como los grupos “alternativos” promueven el regreso del trueque. Lo vimos igualmente en el “corralito” argentino donde el retorno del trueque puso nervioso al sector bancario y financiero del país. Y también en la profusión de tiendas “outlet”, donde los excedentes de las grandes firmas se venden a precio de producción y no de mercado; o las tiendas de “comercio justo” que buscan el entendimiento solidario entre productores y consumidores.

Las microempresas necesitan dinero como cualquier otra empresa, hay que pagar facturas es evidente, pero la idea es saber si uno promueve una empresa para vivir de rentas;  o quiere con su trabajo contribuir a mejorar la vida de los demás. En el uso que se de al dinero está la clave. 

sábado, 9 de marzo de 2013

La rebelión de las masas


A menudo el ruido mediático y político no nos deja ver lo que es verdaderamente importante. Las mareas de las noticias diarias  nos llevan de un lado a otro y a menos que seas un surfista puedes acabar ahogándote sin remedio.

En la calle los sucesores de la “rebelión de las masas”, que diría José Ortega y Gasset en el crucial año de 1929,  reclaman hoy más democracia, más pluralismo y más participación. Asisten entretanto como espectadores al gran circo estandarizado de la política, donde hay payasos, malabaristas, domadores de leones, equilibristas, ilusionistas y lanzadores de cuchillos. Todo se mide en base a la audiencia, el nuevo patrón  monetario, que se compra y vende de forma especulativa.

A menudo veo en los medios, a jóvenes y no tan jóvenes que buscan un mundo mejor al que le ha tocado vivir. Pero si se les preguntara ¿Por qué hemos llegado a esta situación? Probablemente pocos darían con la respuesta correcta. La mayoría reproducirían las corrientes de opinión generada por los medios y los grupos de interés. Para poder rebelarse, es preciso saber por que se rebela uno y que objetivos espera alcanzar. ¿Qué es lo que se quiere cambiar y por qué? Por ello quiero aportar mi opinión personal, respondiendo a ese espíritu constructivo que busca un mundo mejor.

Según mi opinión, todo empezó en 1944, cuando se establecieron las bases económico-financieras mundiales en la conferencia internacional de Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos).De esta conferencia surgieron el Banco Mundial y el FMI. El dólar estadounidense se estableció como la moneda de referencia. En principio estaba pensado para equilibrar las balanzas de pagos y para ayudar a la devastada Europa a reconstruirse (Plan Marshall, OCDE).

Sin embargo la codicia especulativa de muchos inversores internacionales, convirtió lo que era una ayuda y una buena idea en un gran negocio financiero. De esta conferencia surgió posteriormente el GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), antecedente de la OMC (Organización Mundial del Comercio) que fomentaba y consagraba a gran escala el libre comercio, organizando el mundo en regiones económicas (Europa, Latinoamérica, Asia-Pacífico, Norteamérica…) y especializando cada una en un rol preestablecido por las grandes potencias industrializadas (el famoso G-8).

 La liberación comercial, desarrollada a partir de los años 70, implicaba la relajación legal  y de la política social, lo que afectó sensiblemente a las conquistas sociales, a los derechos ciudadanos, a los derechos humanos y a las relaciones laborales. Surgían así las tendencias políticas e ideológicas neoliberales y neoconservadoras como impulsoras de esta liberalización. Por el contrario surgieron grupos que se oponían a esta liberalización.
  
El mundo quedó dividido en tres porciones: El Primer mundo: Bloque occidental capitalista; el Segundo mundo: Bloque oriental comunista; y el indefinido Tercer mundo “no alineado”, terreno de nadie y campo de batalla económica. A partir de los ochenta el Tercer Mundo se fragmentó en dos: “Países en vías de de desarrollo” (Fundamentalmente Latinoamérica y algunos asiáticos) y “Países subdesarrollados” (Fundamentalmente África). Los primeros jugarían el rol de mercados baratos y el segundo de despensa de materias primas, con el “todo incluido” en cuanto a disponibilidad. El neocolonialismo económico hizo su aparición.

A medida que avanzaba el tiempo nos encontramos como los países en vías de desarrollo, comenzaron a presentar índices de desarrollo sostenible y no viciado por la especulación. Por otra parte, el colapso de la URSS en 1990 acababa con el segundo mundo. La experiencia de la guerra de Irak (primera guerra del golfo) puso de manifiesto la importancia e influencia del emergente mundo árabe en el contexto internacional. Resucitaba el panarabismo. El primer mundo quedaba en situación de debilidad ante la falta de un contrario. Las nuevas potencias “emergentes” reclamaban su lugar en los centros de decisión internacionales. Surge el G-20 para dar respuestas a estos países.

El nuevo orden surgido tras la primera guerra del golfo se le denominó “Globalización” con dos escuelas contrapuestas: la neoliberal y la neosocialista. Para los primeros (Foro de Davos) la globalización debía ser el culmen del libre comercio, como muestra de su triunfo sobre el segundo mundo. Para los segundos (Foro de Porto Alegre) apostaban por el fin del libre comercio que es un peligro para la democracia y  en segundo lugar apostaban por acabar con el neocolonialismo económico que impedía que los países menos desarrollados pudieran avanzar.

A principios del siglo XXI las tendencias neoliberal y neosocialista se agudizaron  hasta tal punto que acabó en ruptura.  En esta línea surge una nueva forma de anarquismo  que rompía con el sistema político-económico imperante, unas veces de forma violenta (anti-sistemas) y otras de forma pacífica (a través de las organizaciones sociales). Los partidos de referencia, de uno u otro color político han perdido en estos años su influencia en la calle, han comenzado a perder afiliados y votantes. Comienza la desafección por la política y los políticos. Se promueve la democracia participativa directa y/o asamblearia en la calle. El 15-M y su repercusión mundial, la “primavera árabe” son los primeros síntomas de cambio.

Ante este panorama la regeneración ha dado lugar a la búsqueda de un nuevo modelo ético que responda a las necesidades reales de la población. En cierta forma se busca retornar al modelo económico productivo no especulativo (keynesiano). A sistemas políticos más estables y a modelos sociales más cooperativos y participativos en los “res publicae” (asuntos públicos). Queda aún mucho camino por andar.

Por ello como dije en la anterior entrada de este blog: Hay que revalorizar la ética como principal valor de una sociedad civilizada, democrática y plural. Un mundo nuevo es posible si somos capaces de innovar, de comprender, de sentir y de vivir dignamente.

jueves, 7 de marzo de 2013

Los Mayas tenían razón... New Age

En tiempos de crisis como los que vivimos  todo es negativo. Las noticias económicas nos sobresaltan cada día, los casos de corrupción nos agotan, de un grano de arena hacemos una gran montaña.  El corto plazo se impone al medio o largo plazo. Las prisas no son buenas consejeras.

En mi opinión la crisis nos distrae de lo verdaderamente importante, lo que Machado decía "despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas".  y para hacer bien las cosas debemos pensar, reflexionar, ser capaces de darnos cuenta de quienes somos, donde estamos y a donde nos dirigimos. Tenemos que ver cuales son nuestras prioridades, lo que es verdaderamente importante para nosotros o nuestras empresas.

El Mahatma Gandhi afirmaba que si uno quiere cambiar el mundo debería antes cambiarse a si mismo. Y cuando uno protesta ha de saber si lo hace para cambiar las cosas o para infringir un castigo o una venganza. En el primer caso está justificado. Es una reacción lógica, justa y humana. En el segundo caso, la frontera entre la justicia y la barbarie es inexistente.

A veces nos dejamos guiar o ir a remolque de las modas, las tendencias, los "mercados", los "creadores de opinión" que diría el ministro Cristóbal Montoro. Nos dejamos manipular, orientar, mal aconsejar. Permitimos que nos presionen y maltraten. Creo que es importante recuperar el sentido ético en nuestra vida y trabajo; y también la dignidad personal, tener nuestra propia agenda y hoja de ruta. En definitiva, dar valor a nuestra vida, trabajo y actividad.

Junto a ello creo que es preciso tener una hoja de ruta a medio y largo plazo, con el fin de definir mejor nuestra visión de las cosas, nuestra estrategia.  Los enfoques pueden ser variados pero todos son interesantes, todos aportan ideas a nuestra hoja de ruta. Sumar es mejor que restar. La innovación pasa por ser el medio para afianzar nuestra hoja de ruta. Crear, imaginar, ilusionar, producir, impulsar, fomentar son elementos que confluyen en la innovación, que necesariamente ha de ser transversal. 

A veces el miedo al fracaso, inculcado desde niños, nos ha bloqueado a los españoles en el espíritu emprendedor. El error nos lleva psicológicamente al fracaso y por tanto conlleva necesariamente un castigo.  Sin embargo en otros países el error es un elemento más para madurar,para crecer, para emprender. Para aprender es preciso equivocarse previamente. No debemos tener miedo al error, no debemos asociar fracaso con error, sino más bien  error = oportunidad. Si nos caemos, pues simplemente nos levantamos, nos arreglamos la ropa, nos curamos las heridas y seguimos adelante con la misma ilusión con la que empezamos. Cuanta gente ha tirado la toalla a las primeras de cambio.

Hay que revalorizar la ética como principal valor de una sociedad civilizada, democrática y plural. Un mundo nuevo es posible si somos capaces de innovar, de comprender, de sentir y de vivir dignamente.Bienvenidos a la nueva era Maya y global...