“La mayoría de las gaviotas no se molestaban en aprender sino las
normas de vuelo mas elementales: como ir y volver entre la playa y comida. Para
la mayoría de las gaviotas, no es volar o que importa, sino comer. Para esta
gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Mas que
nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar” (Richard Bach)
Este relato me inspiró durante la
adolescencia y lo traigo a colación, como lectura recomendada, a propósito del Día Internacional del Libro y Bibliotecas,
fecha (23 de Abril) en la que se conmemora la muerte coincidente de dos grandes genios de la
literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare.
Ambos, al igual que Juan Salvador
Gaviota volaron sobre una sociedad en declive, estereotipada y convencional. Su
visión del mundo que les tocó vivir era un reflejo de su propia vida. Cervantes
genialmente buscaba retratos en el paisaje de la España profunda; Shakespeare
rompía moldes en la sociedad isabelina a través de la denostada comedia y el drama apasionado,
mostrando el placer, la ironía y el mundo como un espectáculo teatral.
Richard Bach muestra a un quijote
alado que rompe los estereotipos y convencionalismos de su tiempo. Que busca
algo más que el comer y la rutina. En
estos tiempos de crisis globalizada releer a Richard Bach es recuperar el
espíritu emprendedor, la ilusión y la esperanza en el que un mundo mejor
siempre es posible. Cuesta, pero es posible. A muchos les cuesta romper con la
rutina diaria, las preocupaciones por el mañana que nunca llega. A muchos les
puede y bloquea la pereza, la ansiedad y el estrés, las tres grandes
esclavitudes del siglo XX y XXI.
Como en Juan Salvador Gaviota la
bandada (sociedad) le impone reglas, normas y rutinas que tiene que cumplir si
quiere ser alguien o ser aceptado en la sociedad. La comida (dinero, poder,
influencia) es lo importante para la bandada. Salirse de este cliché es anatema
y conlleva exclusión o marginación.
Volar es simplemente una pérdida de tiempo. “hemos nacido para comer”,”una
gaviota nunca replica al Consejo de la Bandada”.
Pero Juan Salvador Gaviota no se
deja abatir y emprende su propio camino en solitario, tiene ansia por descubrir
el mundo, experimenta, fracasa y lo vuelve a intentar. Un fracaso es una
oportunidad para aprender. Logra ser finalmente el mayor experto en vuelo de la
bandada. Al tiempo otras gaviotas le siguen, prueban y les gusta. Descubren que
las gaviotas, además de comer, vuelan.
Poco a poco Juan Salvador
congrega a un grupo de seguidores cada vez mayor, en poco tiempo forma
su propia bandada y la bandada original queda así marginada y mermada.
“cada uno de nosotros es en verdad una idea
de la Gran Gaviota,
Una
idea ilimitada de libertad”
NOTA: Por problemas técnicos con la conexión esta entrada no pudo publicarse el 23 de Abril como estaba previsto. Disculpen las molestias.
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